La luz penetraba entonces como una sinfonía por las ventanas.
Despertar a su lado me otorgaba una
fuerza desmesurada y una paz solemne, extensa y segura. Teníamos proyectos. Dibujábamos planos,
establecíamos nuevas rutas, viajes exóticos. Compartíamos los aromas del té
cada tarde, nos besábamos en el cuello, hacíamos el amor profundamente, nos recreábamos
en la bañera. Los viernes, nos acurrucábamos en el sofá.
Promesas
Hace 12 años
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