domingo, 2 de septiembre de 2012

Mensajes de voz

Aún mantengo su último mensaje en el buzón de voz. Escucharlo ahora, después de tanto tiempo, me postra, me arranca la ropa ante este escritorio de oficina y, con el vientre en carne viva, me proyecta sobre aquellas paredes de terciopelo manido. Me recuerdo reptando por aquellos días: por las escaleras de incendios, por el suelo grasiento de los bares, por las oficinas de empleo, por las noches extensas y asfixiantes, entre los vasos, la ceniza, el semen reseco sobre la piel, moribunda, sin mapa en las manos, con el coño depilado y las cuencas de los ojos desbordadas por la crecida del rencor y los efectos secundarios de la búsqueda. No sé cómo pude sobrevivir a aquella entrega, ni como aún hoy me mantengo en pie al evocarlo. Sólo una vez más, a las diez, te recojo, sólo ésta, te lo juro.  

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